LECTURAS Y FRASES

El poder de la sonrisa...de parte de Yolanda Brajones:

POEMA ANÓNIMO SOBRE LA SONRISA                          

Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da.
Dura tan sólo un instante, pero su recuerdo es a veces eterno.

Nadie es demasiado rico o demasiado poderoso para poder prescindir de ella.        
Ni nadie es demasiado pobre para no merecerla.

Una sonrisa da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo y es el símbolo de la amistad. 


Una sonrisa da reposo al cansado y anima a los más deprimidos, reconforta a los desanimados y es el mejor antídoto contra los problemas.


No puede comprarse, prestarse, ni robarse, pues es algo que no tiene valor hasta el momento en el que se da.


Y si alguna vez te tropiezas con alguien que esté demasiado cansado para dar una sonrisa se generoso y dale la tuya; porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como el que no puede dar a los demás...




"Todas las personas mayores fueron al principio niños.                (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)"


                                           
“Los pavos no vuelan”

  Un paisano encontró en Catamarca un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual. Y decidió llevarlo a su casa.
- ¿Será una avestruz?- preguntó a su mujer.
- No. Es demasiado abultado- dijo el abuelo.
- ¿Y si lo rompemos?- propuso el ahijado.
- Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad- respondió cuidadosa la abuela.
- Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca algo- afirmó el paisano, y así lo hizo.
Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasta:
- Bueno, ahora vamos a volar.
La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante cría y le explicó:
- Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer deprisa.
Entonces trataron de que el pequeño comiera más despacio, el mejor alimento y en la medida justa.
El pavito terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda y les decía a sus hermanos:
- Vamos, muchacho ¡A volar!
Todos los pavos le explicaban entonces otra vez:
- Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal la comida.
El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. Y creció y murió en la pavada general: ¡pero era un cóndor! Había nacido para volar hasta los siete mil metros, ¡pero nadie volaba...!
El riesgo de morir en la pavada general es muy grande. ¡Cómo nadie vuela!
Muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra y otras están cerradas porque nadie las abre.
El miedo a la caída es terrible. La verdadera protección está en las alturas. Especialmente cuando hay hambre de elevación y buenas alas.


RONALDO Y YO


Un hermoso día en un parque, un joven papá empujaba el cochecito en el que lloraba su hijito. Mientras el papá llevaba a su niño por los senderos del parque, iba murmurando bajito y suave:
-         Tranquilo, Ronaldo. Mantén la calma, Ronaldo. Está bien, Ronaldo. Relajaté Ronaldo. Todo irá bien, Ronaldo, ya verás.
Una mujer que pasaba por allí, se dirigió al joven papá y le dijo:
-         Usted realmente sabe cómo hablarle a un niño alterado… con calma y suavidad. Realmente es admirable.
La mujer se inclinó hacia el niño que estaba en el cochecito y le dijo tiernamente:
-         ¿Cuál es el problema, Ronaldo?
Entonces el papá dijo rápidamente:
-         ¡Oh, no señora… Él es Enrique. Ronaldo soy yo!.

Gerard Fuller


EL LABRADOR.


  Un labrador iba con su hijo a la feria de un pueblo cercano y llevaban un mulo viejo. Cuando pasaron por una aldea, algunos hombres comentaron lo estúpido que era llevar un burro e ir andando, por lo que el labrador le dijo al hijo que se subiera encima del animal. Pasaron por su lado unas mujeres y comentaron lo desconsiderado que era el hijo por permitir que su anciano padre fuese andando mientras él iba sentado en el pollino, con lo que el hijo se bajo ocupando el padre su lugar. Otros hombres que vieron la escena comentaron lo injusto que era que fuese el padre subido al burro cuando ya había vivido su vida mientras que el hijo joven tenía que acarrear con las penurias del camino.


Al final, decidieron subirse los dos encima del asno, pero unas mujeres que pasaron por allí criticaron la acción, pues el animal era demasiado viejo para llevar tanto peso.



EL VENDEDOR DE ZAPATOS


  Es la historia de dos vendedores de zapatos a quienes sus respectivas empresas enviaron a África para vender sus productos. Tan pronto como desembarcaron, el primer vendedor vio que todo el mundo iba descalzo y mandó un telegrama a su jefe: Vuelvo en el primer barco. Aquí nadie utiliza zapatos. Una semana más tarde llegó un segundo vendedor, el cual se encontró con la misma situación: sólo se veía gente descalza por las calles. Pero éste envió el siguiente telegrama a su empresa: Me quedo aquí. Perspectivas fabulosas. No tenemos competencia.



PAULA

Me gustaría recomendaros la lectura del libro “Paula” de Isabel Allende. En este libro la autora narra la historia de su familia  junto al lecho en el que yace su hija Paula en un coma profundo, que finalmente es irreversible.  

En el capítulo que os transcribo Isabel Allende sueña con su hija y la escucha a su despedirse de ella.

Paula vino de nuevo a visitarme anoche, la sentí entrar en mi pieza con un paso liviano y su gracia conmovedora, como era antes de los ultrajes de la enfermedad, en camisa de dormir y zapatillas; se subió a mi cama y sentada a mis pies me habló en el tono de nuestras confidencias. Escucha, mamá, despierta, no quiero que pienses que sueñas. Vengo a pedirte ayuda… quiero morir y no puedo. Veo ante mí un camino radiante, pero no puedo dar un paso definitivo, estoy atrapada. En mi cama sólo está mi cuerpo sufriente desintegrándose día a día, me seco de sed y clamo  pidiendo paz, pero nadie me escucha. Estoy cansada. ¿Por qué todo esto? Tú, que vives hablando de los espíritus amigos, pregúntales cual es mi misión, qué debo hacer. Supongo que no hay nada que temer, que la muerte es sólo un umbral, como un nacimiento; lamento no poder preservar la memoria, pero de todos modos ya me he ido despidiendo de ella, cuando me vaya estaré desnuda. El único recuerdo que me llevo es el de los amores que dejo, siempre estaré unida a ti de alguna manera. ¿Te acuerdas de lo último que alcancé a murmurarte antes de caer en esta larga noche? Te quiero mamá, eso te dije. Te lo repito ahora y te lo repetiré todas las noches de tu vida. Lo único que me frena un poco es partir sola, contigo de la mano sería más fácil cruzar al otro lado, la soledad de la muerte infinita me da miedo. Ayúdame una vez más, mamá.



 Cada vez que leo esta parte del libro, me da un vuelco el corazón,  porque pienso en mis padres y en lo importante que han sido para mí. En todo lo que me han ayudado, en lo que me han acompañado, en todas las cosas que han hecho por mí y cómo me han guiado en mi vida. Me conmueve la frase en la que Paula le dice a su madre que “lo único que la frena es partir sola”. Ojala siempre tuviéramos a nuestros padres a nuestro lado para poder apoyarnos en ellos.  Qué fácil sería todo si ellos siempre estuvieran ahí.
Ahora miro hacia atrás y veo las veces que discutí con ellos, las peleas tontas y las riñas que tanto me merecía. Con el tiempo los hijos vamos aprendiendo y viendo las cosas positivas que han hecho nuestros padres por nosotros y agradecemos el papel tan difícil que les ha tocado desempeñar.

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